Salimos de Barcelona con billetes de ida y vuelta a Edimburgo. Nos alojaríamos en casas paticulares. Bed&Breakfast. Desayuno y alojamiento. Nos desplazaríamos en tren, bus, a dedo o como fuese. Y no había destinos concretos.
El idioma trajo confusiones. Yo de inglés...nada. Mi asignatura pendiente. Piru se defiende, pero en Escocia, el inglés es una incógnita para alguien que sólo se defienda.
Estuvimos un día en Edimburgo, y después de creer que estábamos informados, cogimos un bus para visitar la isla de Skay. Debíamos llegar a Kyle of Lochalsh, para luego tomar otro bus al corazón de Skay. Pero cual fue nuestra sorpresa que a la llegada a Kyle, a media mañana, ya no había combinación para ir a la isla hasta la mañana siguiente. ¿No nos enteramos bien?, ¿nos informaron mal?. Nunca lo sabremos. Tampoco había posibilidad de regresar, ni de dirigirnos a otro lugar apetecible, HASTA LA MAÑANA SIGUIENTE. Así pues, allí estábamos, en el culo del mundo y sin otra posibilidad. Buscamos casa para alojarnos. Calles vacías. Kyle of Lochalsh, un pueblo pequeño y sin mucha animación, bonito, pero que no prometía un día con grandes sorpresas. ¡JA!.
Comenzamos por cruzar el puente que une Kyle con la isla.
Desde aquí las vistas son tremendas, sobre todo porque el estrecho es una gran ruta marítima, por la que grandes cargueros navegan, evitando, lógicamente, rodear Skay. Vimos algunos de estos barcos infinitos.
Llegamos a la isla, y a su primer pueblo, Kyleakin.
¿Hacemos unas fotos y luego tomamos unas cervezas?. Venga. Ahí estas muy bien, con Kyleakin de fondo. Miro por el objetivo...¿pero que hay en el agua?, ¿una ballena?...
¡Era un submarino!. Y como mínimo nuclear, porque aquí sólo se ve cómo está emergiendo, pero lo vimos enterito. Inmenso.
Vamos por esas cervezas. Las calles siguen vacías. La mayoría de los locales cerrados...y por fin un bar. Sospechamos que el único del pueblo. Entramos. Habría unas ocho personas, todos hombres. Se giraron al notar que alguien entraba. ¡Aquí no debe venir mucha gente!. Enseguida comienzan a preguntarnos...¿de dónde sois?, ¿QUE HACEIS AQUI?...somos la atracción del bar. En la pantalla de televisión un partido de rugby local. Ese día la selección española de fútbol juega los cuartos de final de la Eurocopa contra Francia. Comento si lo podrían poner...No sólo lo ponen sino que nos colocan dos sillas delante para nosotros. Estos escoceses ya nos llevan algunas cervezas de ventaja. Nos tratan de maravilla. Comienza el partido, y los que parecen seguidores de España, son los escoceses.
¡QUE VIVA ESPAÑAAAAA! LA LALA LALALALALA
¡QUE VIVA ESPAÑA!
Piru y yo alucinando. Esto es surrealista jajaja. La mayoría han estado de vacaciones en España. Saben alguna que otra canción típica-tópica e imitan a toreros dando pases de pecho. Corren las cervezas. Primer gol de Francia. Los Escoceses están jodidos. Nosotros lo estamos pasando en grande. A los cinco minutos empata Mendieta. Delirio. Más cerveza. Piru y yo nos meamos de risa. En el minuto 44 vuelve a adelantarse Francia y llega la media parte. Charlamos animosamente con ellos. Empezamos a sentirnos realmente cómodos. Comentamos que estos escoceses son la ostia. Y de repente...se abre la puerta del bar y entran tres chicos y una chica. Los miramos con curiosidad. Nosotros también, ¡si es que ya estábamos como en casa!. Estos son forasteros. Y me temo que...¡SON FRANCESES!. A la que se enteran los escoceses, cambian los cánticos:
¡ALLONS ENFANTS DE LA PATRIEEEEE! LALALALA LALALAAAA
¡Serán cabrones! ja ja ja. Toda la segunda parte dando por culo. Los pobres franceses prácticamente no decían ni ¨mu¨, pero los escoceses...no callaban. Pero a un minuto del final...penalty a favor de España. No aguantamos más. Ahora éramos Piru y yo los que chillábamos. Durante aproximadamente los dos o tres minutos entre que se señalizó el penalty hasta que lo lanzó Raul, los tuvimos achantados...
¡AHORA QUE CHAQUETEROS!, ¿ YA NO CANTAIS? ¿EH? ¿EH?
¡FRANCHUTIS!,VAMOS A IR A LA PRORROGAAAA.
Raul falló. No se lo perdonaré nunca. Los franceses estallaron de alegria, y los escoceses esta vez se compadecieron de nosotros. Saludamos deportivamente a los franceses y nos despedimos con abrazos de los escoceses. Había sido una de esas tardes para no olvidar, en el culo del mundo. Si aquella mañana nos había cabreado tener que quedarnos en Kyle of Lochalsh, ahora estábamos convencidos de que había sido una suerte.
Acabamos el día viendo anochecer desde la ventana de la buhardilla donde nos alojábamos. Eran pasadas la once de la noche. ¡¡¡Septentrional!!!.
