Diseñada por el arquitecto Berenguer de Montagut, su interior consta de tres naves, prácticamente de la misma altura, separadas por pilares. Nada más entrar en la nave principal, la mirada os trepará por las paredes del templo para contemplar el laberinto de pilares y columnas que cruzan en nervadura la cabeza del altar principal formando una sucesión de cuadrados perfectos.




Otra de las grandes sensaciones que deja la contemplación de Santa María del Mar es su espacio. Su interior parece inmenso, muy espacioso. Mucho tiene que ver el precioso colorido de luz y color que traspasa las vidrieras.
La primera piedra de la Catedral fue colocada por el arquitecto Berenguer en 1329 para conmemorar la conquista de Cerdeña por Jaime I el Conquistador, el cual había conquistado Mallorca 10 años antes. Desde un primer momento la Catedral estuvo dedicada a la patrona de los marineros, pues su construcción se inició sobre la antigua capilla de Santa María de las Arenas. La importancia marítima de Barcelona en esta época provoca que la Catedral sea refugio y muy venerada por los comerciantes extranjeros que llegan a la ciudad.

La acústica en el interior es excepcional, motivo por el que a veces se celebran conciertos de música clásica o de jazz.
Pasear por el entorno, callejuelas y plazas, es otro de los grandes atractivos.
Justo enfrente de la entrada principal, La Vinya del Senyor. Con una terraza que os permitirá contemplar Santa María del Mar. En este bar antiguo se sirve casi exclusivamente vino. Tienen más de 250, de todas las clases.
Para comer, el restaurante Petra, C/ Sombrerers, 13.